miércoles, 14 de marzo de 2012


Expresionismo fue un movimiento cultural surgido en Alemania a principios del siglo XX, que tuvo plasmación en un gran número de campos: artes plásticas, literatura, música, cine, teatro, danza, fotografía, etc. Su primera manifestación fue en el terreno de la pintura, coincidiendo en el tiempo con la aparición del Fauvismo francés, hecho que convirtió a ambos movimientos artísticos en los primeros exponentes de las llamadas “vanguardias históricas”. Más que un estilo con características propias comunes fue un movimiento heterogéneo, una actitud y una forma de entender el arte que aglutinó a diversos artistas de tendencias muy diversas y diferente formación y nivel intelectual. Surgido como reacción al impresionismo, frente al naturalismo y el carácter positivista de este movimiento de finales del siglo XIX los expresionistas defendían un arte más personal e intuitivo, donde predominase la visión interior del artista la “expresión” frente a la representación de la realidad la “impresión”.

El expresionismo suele ser entendido como la deformación de la realidad para expresar de forma más subjetiva la naturaleza y el ser humano, dando primacía a la expresión de los sentimientos más que a la descripción objetiva de la realidad. Entendido de esta forma, el expresionismo es extrapolable a cualquier época y espacio geográfico. Así, a menudo se ha calificado de expresionista la obra de diversos autores como Matthias Grünewald, Pieter Brueghel el Viejo, El Greco o Francisco de Goya. Algunos historiadores, para distinguirlo, escriben “expresionismo” en minúsculas como término genérico y “Expresionismo” en mayúsculas para el movimiento alemán.

Con sus colores violentos y su temática de soledad y de miseria, el expresionismo reflejó la amargura que invadió a los círculos artísticos e intelectuales de la Alemania prebélica, así como de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y del período de entreguerras (1918-1939). Esa amargura provocó un deseo vehemente de cambiar la vida, de buscar nuevas dimensiones a la imaginación y de renovar los lenguajes artísticos. El expresionismo defendía la libertad individual, la primacía de la expresión subjetiva, el irracionalismo, el apasionamiento y los temas prohibidos, lo morboso, demoníaco, sexual, fantástico o pervertido. Fiel reflejo de las circunstancias históricas en que se desarrolló, el expresionismo reveló el lado pesimista de la vida, la angustia existencial del individuo, que en la sociedad moderna, industrializada, se ve alienado, aislado. Así, mediante la distorsión de la realidad pretendían impactar al espectador, llegar a su lado más emotivo e interior.

El Grito

Autor: Edvard Munch.
Fecha: 1893.
Expuesto en: Galería Nacional de Oslo, Noruega.
Tamaño: 89 × 73,5 cm.
Técnica: Óleo, temple y pastel sobre cartón.

Este cuadro resulta el gesto más expresivo del arte contemporáneo para significar el gran desaliento que el hombre moderno sentía ante el fin de siglo y la transición al siglo XX. La situación personal de Munch está íntimamente relacionada con esta obra: de personalidad depresiva y traumatizada por su relación con las mujeres, a quienes odia fervorosamente y se ocupa de reflejar este sentimiento en el cuadro. Al momento de pintar este cuadro acababa de sufrir el fallecimiento de su madre. Esto le marcó terriblemente y es uno de los condicionantes que le impulsaron a emitir este grito visceral. El simbolismo de la imagen es patente en el rostro agitado del protagonista en primer plano, que es casi una calavera que se aprieta el cráneo con las manos para que no le estalle. El empleo de los colores, violentos, arqueados en agresivas bandas de color, es puramente simbólico y trata de transmitir al espectador el agitado estado de ánimo del autor. Esta sensación se refuerza con la presencia de dos testigos mudos, lejanos, anónimos, dos figuras negras que se recortan al fondo de una violentísima perspectiva diagonal que agrede la visión de quien la contempla. Las formas se retuercen y los colores son completamente arbitrarios, tan sólo intentan expresar el sentimiento del autor y no una verdad racional.

Leopold Zborowski

Autor: Amedeo Modigliani.
Fecha: 1918-19.
Expuesto en: Museo de Arte de São Paulo, Brasil.
Tamaño: 107 x 66 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
                                                                  
En 1916 Modigliani conoció al poeta polaco Léopold Zborowski, convirtiéndose éste en el máximo admirador de la pintura del italiano. Zborowski había llegado a París en 1914 para estudiar literatura francesa y se ganaba la vida con la venta de libros y grabados por lo que no dudó en ampliar su negocio y convertirse en marchante de arte tomando a Modigliani y Soutine como artistas casi en exclusiva. Zborowski y su esposa Anna apoyaron al pintor durante sus últimos años, dotando al artista de una asignación semanal y entregándole material de pintura para que trabajara. Zborowski posó en varias ocasiones para su pintor. Aquí le vemos ataviado como un burgués, sentado y apoyando las manos en sus piernas, en una elegante y tranquila pose que se reafirma en el gesto del rostro, mostrando al artista como un excelente pintor con personalidad y carácter.

Grupo de artistas

Autor: Ernst Ludwig Kirchner.
Fecha: 1927.
Expuesto en: Museo Ludwig de Colonia, Alemania.
Tamaño: 168 x 126 cm
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Pintor alemán, uno de los máximos exponentes del expresionismo. Estuvo influenciado por los colores fuertes y las distorsiones compositivas del neo-impresionismo. Como miembro fundador del grupo expresionista, Kirchner trató de derivar las formas naturales a simplificaciones radicales, e incluso a veces, brutales. Sus líneas marcadas y sus colores desentonados crean un sentido de emoción violenta. Su trabajo a finales de los años veinte se fue haciendo cada vez más abstracto, ya que intentó resolver a través de él ciertas cuestiones teóricas. Los nazis lo consideraron un artista degenerado y en 1937 confiscaron 639 de sus pinturas.

El reparto de Europa, El huevo rojo

Autor: Oskar Kokoschka.
Fecha: 1941.
Expuesto en: Galería Nacional de Praga, República Checa.
Tamaño: 63 x 76 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Las concesiones que las democracias europeas estaban realizando al III Reich provocaron en Kokoschka un sentimiento de amargura que le llevaría a realizar en el invierno de 1940 uno de sus cuadros más impactantes: El huevo rojo, titulado en un primer momento “The Axes”. En la composición podemos apreciar a las cuatro potencias europeas: la Alemania de Hitler en la zona de la izquierda; Mussolini en la derecha, representando a Italia; debajo de la mesa, con una escarapela tricolor, se sitúa un gato que simboliza Francia; el león coronado y con la cola en forma de símbolo de la libra es la representación de Gran Bretaña. Los cuatro símbolos de las potencias se ubican alrededor de una mesa dispuestos a repartirse un pollo asado “Checoslovaquia” que consigue huir, dejando en el plato un huevo rojo. Esta es la manera de captar por parte de Kokoschka la diferente contribución de las potencias a la ruina de Checoslovaquia, apreciándose al fondo de la composición la capital, Praga, en llamas. La complicidad de Francia y Gran Bretaña en esta masacre se manifiesta en el libro sobre el que se apoya el león donde podemos leer la inscripción “Inn pace Munich”. El estilo expresionista queda patente a la hora de aplicar el color, a base de rápidas y empastadas pinceladas, recogiendo los sentimientos del artista.